Aqui mi corazón, donde el paso esta inhibido

¿Somos las mujeres demasiado ilusas? O tan solo soy yo...
A pesar de considerarme una persona perspicaz para la vida, me he dado cuenta que con conexo a motivos del corazón soy un tanto absurda.
Esta es mi fábula, la mujer mas obstinada del mundo, obligada a deliberar que su historia de amor valía la pena.
Sí, esa soy yo, jamás me doy por vencida y mas cuando estoy enamorada, a pesar que me traten sin valía alguna, como el mosquito que se imbuye por las noches, en tu habitación y no te deja concertar el sueño. Pues yo soy ese mosquito para él, y yo no era capaz de escrutarlo.
Y por segunda vez, me vuelvo a colisionar contra la misma pared, pero teñida de un color desigual.
Me he cesado convencer de que mi persona priva de importancia y de estimación y aun así próximo de machacarme, me reprenden.
Espero que solo sea yo, y que las mujeres no sean tan inexpertas como yo, y así lograré conciliar el sueño sosegada, sin pensar que esta sociedad se asola.
Pretendo pensar que en alguna parte de este mundo hay personas como yo, dispuestas a entregar su corazón íntegro y no a medias. ¡No, no me doy por vencida!

Cuando aun era demasiado pequeña como para que lo que voy a relatar tenga cordura, cada día era una nueva aventura, digna de contar y escuchar. Tan reales para mí en aquellos años, como la realidad que me rodea ahora mismo.
Recuerdo una en particular, sobre una bruja que vivía en casa de mis abuelos y más concretamente en el dormitorio de ambos. Su escondrijo se hallaba tras la puerta del dormitorio donde había y todavía esta, un perchero que sostenía chaquetas, pues la burlesca bruja y digo burlesca porque se reía de mí, se ocultaba tras las chaquetas, bolsos etc.
Siempre que iba a casa de mis abuelos, Corría hacia su dormitorio, ansiosa por hablar con mi nueva amiga.
Entraba a hurtadillas para que nadie desembuchara mi secreto, cerraba la puerta muy sutilmente y la solicitaba, había veces que emergía de su escondite sin mas, pero otras podía rezagar horas en salir. Nos pasábamos toda la tarde conversando yo le contaba mis propias historias y ella las suyas, en los lugares más recónditos del mundo había vivido.
Se llamaba Francina y a pesar de ser una bruja, era mi mejor amiga. Una Tarde francina no emergió de su escondite, así que me equipe de valor y concluí que debía entrar yo, retire el abrigo gordo de mi abuelo y me irrumpí en el mundo de la magia, o por lo menos eso me sostenía, escobas voladoras, duendes etc. pero por mi desconcierto y decepción no topé nada, tan solo el vació y yo ,sentí por primera vez que estaba sola y que Francina nunca mas volvería, pero como soy excesivamente tozuda y además lo sigo siendo, emprendí a correr y la rebusque y busque hasta quedar agotada y allí en medio de la nada berree su nombre con las lagrimas soldadas a los ojos, yo no quería perderla, era mi mejor amiga , me había contado todo en cuanto precisaría saber en un futuro ,me había desvelado los enigmas jamás contados ,me dijo que seria feliz y como debía de serlo, no podía abandonarme...pero lo hizo, ahí desperté de mi ingenuidad y todo en cuanto me dijo se fue deshaciendo con el paso de los años. El recuerdo se hizo indefinido hasta quedar totalmente tachado.
Esto es lo único que resuena en mi cabeza, no obstante sé que mi corazón evoca mucho mas, quizás todavía no estoy preparada para recordar lo que me revelo Francina, pero cuando lo este, sé que mi corazón me lo explicará.

El amor no es sublime sino, condena, turbación y desazón.
Lo espanto, lo engullo, pero lo codicio tanto que sucumbiré por el.
Luego escribo esto por mi desesperanza y angustia.
Con las manos húmedas y distraídas de la verdad.
Consumo mi jadeo, por culpa de mi corazón, que no aspira a sufrir más.
Tirita pero no late, no logra llorar, pero aún así debe hacerlo.
Escribiendo a oscuras y carcomiéndome los labios.
Fantaseando con su cínica llamada que no me deja ni cavilar
Si una palabra me narrara, “crédula” seria mi heredar.