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Era una tarde de verano cuando por fin desperté.
Veintiún veranos eclipsada, donde solo hallaba la indulgencia.
En un segundo plano, donde la misma historia se repetía una y otra vez.
Me arrojaba al precipicio mas alto que jamás pude asimilar.
Y justo esa tarde, la cual el calor no me dejaba respirar y la ropa se soldaba a mi cuerpo, me quise por primera vez a mi misma.

1 comentarios:

On 13 de julio de 2008, 14:09 , Anónimo dijo...

vos segid asi escribiendo porque sus poesias me encantan.Angela es maginifica te doy mis felicitaciones una admiradora

 
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