Por aquel gran océano,
Navegaba un desdichado y viejo marinero.
Llorando por su amada,
Cuyas lagrimas se hacían mar.
Naufragando entre las horas,
Que transcurren sin piedad.
No las siente pasar,
Por el dolor clavado en su pecho.
Con la esperanza de encontrar a su sirena.
Aquella que busca sin piedad,
Y dejar de escuchar, el cruel latir de su corazón.
Que muere lentamente con su vida.
Su hora estaba cerca, a pesar de su empeño.
Y en medio de un naufragio,
El vacío dejo de serlo,
El viejo marinero murió por la esperanza y su latido
.